Platos raros

Está la lujosa trufa negra que quizá haya comido rallada sobre sus tallarines con mantequilla, y luego está la trifola d’Alba Madonna, o trufa blanca de Alba, que crece en Italia. El tubérculo más caro se vendió por 330.000 dólares en 2007.

El caviar de esturión siberiano es uno de los alimentos más caros del planeta, apreciado por su sabor salado y terroso. El caviar de beluga iraní es oficialmente el más caro del mundo: un kilo cuesta 20.000 libras. Si le apetece derrochar, una lata de 30 gramos de The Truffle Man cuesta la friolera de 157 dólares. ¿La mejor manera de probarla? Ponerse un poco en la mano y comer a temperatura corporal.

Existen varias variedades de caciocavallo, pero el Podolica, llamado así por las vacas criadas en libertad de las que procede, es el más caro. Este queso curado en cuevas tiene forma de lágrima y un sabor ligeramente parecido al provolone. Se vende a unos 140 dólares el kilo.

Para cuando se está tan ruborizado que no basta con lucir la joya, hay que comérsela. Se suele encontrar adornando helados a precios ridículos en los casinos estadounidenses (es algo que existe, de verdad), y se pueden comprar unos pocos gramos por unos 70 dólares.

Los alimentos más raros en Minecraft

Contradiciendo a su homónimo, la sopa de nido de pájaro es algo más que algunas ramitas, plumas e hilo. De hecho, es mucho más grotesca, según a quién preguntes. En muchas culturas asiáticas, la sopa de nido de pájaro es un manjar legítimo y se considera afrodisíaca. Tradicionalmente, este plato gelatinoso, transparente y a veces de color marrón claro, se elabora con la saliva seca recogida de los nidos de un tipo de pájaro llamado vencejo. Los vencejos utilizan su saliva para coagular las hojas, ramitas y otros materiales cuando construyen sus nidos. Con matices similares a los de la sopa de pollo con fideos, este plato único es realmente único. Por lo general, la sopa de nido de pájaro sólo se encuentra en regiones de Indonesia, Malasia y Tailandia, lo que supone una gran carga si alguien tiene curiosidad por probarla.Trufas blancas

En 2010, la revista Time afirmó que las trufas blancas costaban más de 2.000 dólares la libra y no se equivocaban. Aunque las trufas son bastante caras, las trufas blancas y negras sólo están disponibles en condiciones perfectas y durante un tiempo muy limitado. Según Time, las trufas son la definición de «la mercancía de lujo perfecta», teniendo en cuenta el difícil proceso de recolección y el precio al que pueden venderse. Time incluso destacó una trufa de 1,6 libras que se vendió por la asombrosa cifra de 150.000 dólares.PublicidadTrufas negras

Alimentos exóticos poco comunes

Está la lujosa trufa negra, que quizá haya comido rallada sobre sus tallarines con mantequilla, y está la trifola d’Alba Madonna, o trufa blanca de Alba, que crece en Italia. El tubérculo más caro se vendió por 330.000 dólares en 2007.

El caviar de esturión siberiano es uno de los alimentos más caros del planeta, apreciado por su sabor salado y terroso. El caviar de beluga iraní es oficialmente el más caro del mundo: un kilo cuesta 20.000 libras. Si le apetece derrochar, una lata de 30 gramos de The Truffle Man cuesta la friolera de 157 dólares. ¿La mejor manera de probarla? Ponerse un poco en la mano y comer a temperatura corporal.

Existen varias variedades de caciocavallo, pero el Podolica, llamado así por las vacas criadas en libertad de las que procede, es el más caro. Este queso curado en cuevas tiene forma de lágrima y un sabor ligeramente parecido al provolone. Se vende a unos 140 dólares el kilo.

Para cuando se está tan ruborizado que no basta con lucir la joya, hay que comérsela. Se suele encontrar adornando helados a precios ridículos en los casinos estadounidenses (es algo que existe, de verdad), y se pueden comprar unos pocos gramos por unos 70 dólares.

La trufa más rara

Nuestro suministro de alimentos sufre una crisis de diversidad. Variedades de café, plátanos, trigo y otros alimentos corren el riesgo de perderse para siempre; evitar esa pérdida es esencial para la salud -y la exquisitez- de nuestro sistema alimentario. Este es el argumento que Dan Saladino expone en su libro Eating to Extinction: The World’s Rarest Foods and Why We Need to Save Them.

En cada capítulo, Saladino viaja a las comunidades que trabajan para preservar algunos de los alimentos más raros del mundo, desde el queso Salers a la cerveza lámbica. La mayoría se parecen a los alimentos que se encuentran habitualmente en las estanterías de los supermercados y, sin embargo, estos métodos, razas o cepas precisas se extinguirían si no fuera por los pequeños grupos de personas dedicadas a su supervivencia. Un pueblo del este de Turquía cultiva trigo kavilca, una variedad emparentada con las gramíneas silvestres que domesticaron por primera vez los agricultores neolíticos, pero que ahora está en peligro de extinción; en Alemania, un grupo de agricultores está recuperando la lenteja alb, una planta que, cuando crecía silvestre en los Alpes suabos, ayudaba a sostener y hacer crecer esa comunidad alpina. Y con cada capítulo, Saladino pretende responder a la pregunta que plantea en la introducción del libro: «¿Cómo puede un alimento estar a punto de extinguirse y, al mismo tiempo, parecer estar en todas partes?».